Trabajar el desarrollo individual es necesario para trabajar en tus finanzas personales, y viceversa. Como toda práctica relacionada al bienestar individual, un manejo económico saludable involucra reflexionar sobre lo que se valora. Los hábitos de consumo e inversión, la manera en la que ahorramos y las metas que nos proponemos dicen mucho de nuestra idea de plenitud, y nuestras metas financieras, de corto, o largo plazo, deben estar enraizadas en lo valioso.
Cuando trabajas en tu presupuesto es fundamental tener metas claras para poder desarrollar estrategias que te lleven a ellas. Los elementos de tu presupuesto son los medios y obstáculos para tu desarrollo financiero, pero sin una meta clara, será difícil tomar las decisiones más saludables para nuestras finanzas de hoy de mañana. ¿Cuáles son tus metas a corto plazo?¿Qué gastos son los más importante en tu rutina?¿Qué hábitos de consumo están en piloto automático y no son tan importantes?¿Dónde te ves en 10 años, y en 30?
Responde estas preguntas en papel, eso ayudará aclarando qué gastos están relacionados a nuestras necesidades y cuales responden más a nuestra búsqueda de cierto estilo de vida. Si estás siguiendo una estrategia de 50-30-20, comienza a balancear tus necesidades y deseos actuales. Es recomendable comenzar a reducir el consumo del lado de los deseos, es relativamente sencillo deshacernos de suscripciones innecesarias o reducir el número de visitas a tu cafetería favorita. Lo importante es pensar en nuestro consumo en términos del valor que nos aporta, eso nos permite separar la satisfacción de los objetos o servicios. Por ejemplo, puedes descubrir que lo más importante para tu bienestar en el hogar es la luz y tener un espacio para tus proyectos creativos, y quizá puedas rentar un lugar más económico que no tenga elementos que ahora sabes no son vitales.
También puedes descubrir que algunos gastos de estilo de vida son más importantes que lo que podríamos considerar una necesidad. No es difícil imaginar alguien para quien viajar sea una motivación principal, y que ante la necesidad de un ajuste prefiera modificar su medio de transporte antes que dejar de ahorrar para su viaje de fin de año. Recuerda que el modelo 50-30-20 es una guía general y que lo más importante es el proceso consciente de valorar nuestro consumo.
El valor es subjetivo: depende de la persona y del contexto. En términos muy básicos, el valor es la utilidad que conseguimos al consumir, poseer, transferir o destruir un bien económico. No tenemos que hacerte escoger entre un vaso de agua y un diamante en medio del desierto para comprender que las personas tienen distintas escalas de valor, y que estas preferencias pueden cambiar dependiendo del contexto.
Nadie mejor que tú sabe del contexto y particularidades de tu experiencia de vida, por lo que nadie mejor que tú para decidir cuales son las cosas que más importan en esta vida. Quizá es difícil hacer una lista ordenada de preferencias, con intervalos perfectos e inmutables. Pero si es posible definir grupos de cosas, o categorías, de lo que en ciertos contextos relevantes para tu vida suelen ser más o menos importantes.
Los precios no necesariamente representan el valor de las cosas. Los precios que podemos encontrar en distintos mercados son el resultado de una valoración agregada de lo que miembros de la sociedad piensan y hacen con relación a la producción y consumo de un bien, pero la valoración individual sigue siendo subjetiva. Piensa cuánto pagas por el internet en tu casa ¿cómo se relaciona esa cantidad con lo que en realidad valoras el acceso a la red? ¿Cuánto estarías dispuesto a pagar para que no te quiten el acceso a internet?
Pero lo más importante es entender lo que realmente valoras es de vital importancia porque es imposible conseguir todo lo que quieres. Los humanos somos máquinas de querer, independientemente de nuestra situación solemos querer más y más. Esta realidad de deseos infinitos y recursos limitados nos obliga a elegir. Y si bien no se puede tener todo lo que se desea, si te enfocas en lo que realmente vale, muy probablemente lo puedas conseguir con el plan y los hábitos adecuados.
Realiza un ejercicio de presupuesto 50-30-20 pero ordena los consumos dentro de las categorías de gastos relacionados a necesidades (50%) y aquellos relacionados a deseos (30%), de acuerdo a tus preferencias. Intenta además, entender por qué valoras ese consumo, por ejemplo, el gasto en cafeterías.¿De dónde viene la utilidad de tu Starbucks? ¿Existen otras fuentes de la misma utilidad en otros lados? Si el consumo es frecuente ¿Cómo se comparan la utilidad que deja el primero y el último té chai del mes?
Estas reflexiones pueden hacer tus ejercicios de presupuesto más sencillos, sobre todo cuando hay que encontrar lugares para reducir gastos.